Tenía nueve meses cuando la conocimos
en una de las quedadas del grupo de Quedadas de socialización de
perros en Alicante. A veces, los voluntarios se llevan de excursión
a los Asoketes, para que la gente los conozca.
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Hugh, Villa y la voluntaria que la trajo al parque del barrio Tómbola |
Y Villa nos enamoró, ya no por su
físico porque... reconozcámoslo, era muy rara, parecía más un
mestizo de mastín que de galgo y tenía el cuerpo un poco extraño, tan rechoncho con las patas tan cortas.
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Villa en el parque de Tómbola, qué rara la veo |
Normal, aún no había acabado de estirarse (aunque cierta voluntaria
nos dijo que no pensaba que fuera a crecer más, jajaja). Nos enamoró
por su carácter, tan buena, tan sumisa con el ser humano...
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La que escribe, bajo el hechizo de la mirada de Villa |
parecía
que la hubieran adiestrado para ser adorable y cautivar con la
mirada, era alucinante.
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Villa en el parque de San Juan |
Tras coincidir con ella en varias
quedadas y gracias a la insistencia de las voluntarias de Asoka que
conocíamos, empezamos a plantearnos adoptarla.
Yo no estaba muy de acuerdo, porque
Hugh era una enorme fuente de problemas (estaba en plena
adolescencia) y meter otro perro en la familia iba a ser un caos
tremendo. Pero cierta persona... se obsesionó de tal modo que fue imposible
sacársela de la cabeza y del corazón. Y no pude negárselo
porque... en el fondo yo también la quería a nuestro lado, me hacía ilusión y
estaba deseando hacer posible en nuestra vida esa nueva complicación.
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Villa con pose de gamberra en el parque de Tómbola |
Además, lo que nos hizo decidirnos fue
que, una familia se interesó por ella y la rechazó porque por lo
visto había dado positivo en Leishmania. No le veíamos mucho futuro
a la pobre mestiza de galga con Leishmania, que ya dejaba de ser
cachorra. Y decidimos que nadie más la iba a rechazar y nosotras nos
ocuparíamos de tratar esa Leishmania. Al final, felizmente,
descubrimos que lo del positivo en Leishmania era un error, pero ya
estábamos decididas y nos la quedamos igual.
Tras una evaluación para ver si éramos
una buena familia para Villa y una semana “de prueba” en casa
para ver cómo se adaptaba a Hugh, a Simba y a la vida en un piso, la
señorita Villa fue finamente adoptada, bajo contrato y aceptando un
seguimiento.
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Villa saliendo del albergue de camino a casa |
Ya estaba esterilizada (demasiado pronto para mi gusto,
puesto que en hembras, una esterilización tan temprana como la suya,
a los cuatro meses, puede ocasionar problemas de exceso de
crecimiento debido al balance de testosterona que afecta a la hormona
del crecimiento, la GH), sólo tuvimos que ponerle el chip nosotras,
a nuestro nombre y hacerle la cartilla veterinaria y demás.
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Primer día de Villa en su nuevo hogar |
Y debido a su oscuro manto leonado con
manchas color arena difuminadas, pensamos en llamarla algo
relacionado con la niebla, el humo... Nos gustaba “Kea”, que es
humo en euskera, pero ella eligió Bruma. Le encantaba la palabra y
acudía cuando la llamábamos así incluso más rápido y directa que
cuando la llamábamos Villa, así que, como le gustaba y respondía
tan bien al nombre, Bruma se quedó.
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Bruma al sol tras su primer baño en casa (cambió de color :P) |
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