domingo, 17 de febrero de 2013

Bruma se llamaba Villa...


Y vivía en las instalaciones de San Vicente del Raspeig de Asoka el Grande, una asociación protectora de animales que empezamos a conocer mejor gracias al Grupo de quedadas de socialización de Alicante. A Asoka los conocíamos de verlos en alguna charla y en panfletos en la Universidad de Alicante, pero a raíz de entrar en este grupo de Facebook, empezamos a conocer a voluntarios y gente que colaboraba con ellos y conocer mejor a la asociación.


Su filosofía es la del sacrificio cero (salvo por motivos veterinarios de fuerza mayor), por lo que los perros que acogen se quedan en sus instalaciones hasta que son adoptados. Esta filosofía es complicada de comprender y compartir, a mí me cuesta y me costará siempre, puesto que, aceptar que se destinan muchos medios económicos y logísticos para atender a unos pocos privilegiados, (a veces, casos muy difíciles con taras físicas, enfermedades y problemas que les restan mucha calidad de vida), dejando a tantos otros inocentes en lista de espera o directamente fuera de ella, es complicado. ¿Gastar miles de euros en caras operaciones para salvar a un perro que quedará marcado de por vida por problemas físicos y traumas psicológicos de los que costará muchísimo recuperarlo y jamás podrá disfrutar de ser perro como merece?

Algunos lo justifican por sus ideales éticos con respecto a los derechos de los animales. Yo no, no soy de éticas rígidas. Yo lo justifico por motivos prácticos y lógicos. Dos motivos que se relacionan entre sí en un resultado: visibilidad del problema.

En primer lugar, si se atienden todos los casos y cada perro que acaba en la calle abandonado o es llevado a un recinto donde se los acoge hasta su adopción, el problema desaparece de las calles y las casas de la gente. El problema del abandono, de la cría particular descontrolada, de la irresponsabilidad del que adquiere un ser vivo y cree que es un objeto o un esclavo que debe amoldarse a sus circunstancias sean éstas cuales sean, sin exigir nada a cambio o tener necesidades específicas. Si por cada gilipollas inconsciente que le jode la vida a un perro, hay una asociación de gente concienciada y alguien dispuesto a adoptarlo, el problema se perpetua, porque no hay necesidad de que los Ayuntamientos conciencien a la población, de que el tema se hable en las escuelas, de que la gente se culturice y evolucione nuestra visión de qué es la tenencia responsable de mascotas. ¿Por qué? Porque los Ayuntamientos y demás figuras gubernamentales son vagas y les gusta que “otro” solucione sus problemas y no tengan que invertir esfuerzos y dinero en nada. Así que si no hay problema (si el problema del abandono y la tenencia irresponsable no se nota, gracias al notable esfuerzo de particulares y asociaciones concienciadas), no hay actuación oficial al respecto y el problema se perpetúa. El problema debe VERSE, debe MOLESTAR, para que las autoridades conciencien a la población y actúen.

Y llegamos al segundo punto. Si sacrificamos a los perros que vienen de: cazadores que se cansan de ellos y les pegan dos tiros, atropellos, peleas de perros, accidentes por descuidos, enfermedades avanzadas por dejadez y abandono... éstos desaparecen, nadie los ve. El problema desaparece y los culpables permanecen impunes, la mayor parte de veces. Nadie se entera de lo que hacen, nadie los condena públicamente. No hay necesidad de concienciar, de educar a la población.

Pero si una asociación saca adelante a un galgo medio ahorcado y atropellado y lo consigue dar en adopción, sus adoptantes serán la mejor divulgación y vehículo de concienciación posible, se lo contarán a sus conocidos y a quien les pare por la calle ante un bicho tan bonito como un galgo español: “un cazador se cansó de él y lo intentó ahorcar, no lo consiguió y acabó atropellado en una carretera, causando un accidente de tráfico. No, no sólo vale para cazar, es una mascota estupenda, vive con gatos y un conejo y se pasa el día en el sofá”. Si Asoka saca adelante un caso de Leishmania muy avanzado, con grandes lesiones y consigue darlo en adopción, su nueva familia le contará a todo el mundo que “un desalmado lo tenía atado, apenas le daba de comer esperando a que muriera y mira, con una pastilla al día que vale menos que un cupón de la once, está fantástico de salud y tan feliz, si hubiera dormido con su familia y no hubiera estado al raso nunca habría cogido la enfermedad, hay que ser irresponsable...”. O un caso de una podenca a la que el cazador quiso matar a perdigonazos porque ya no le servía... Y suma y sigue...

Así es como yo lo veo. Quizá esos casos no serán los perros con la mayor calidad de vida del mundo (sí con la mayor calidad de vida posible dadas sus circunstancias), y quizá con el dinero y recursos invertidos en ellos se habrían podido salvar y dar en adopción 100 perros. Quizá... pero la labor de denuncia y divulgación que harán es impagable y es lo que hace falta. Concienciar del problema, hacerlo visible, mostrarlo y no limitarse a hacerlo desaparecer para que no moleste.

Por eso me gusta la filosofía de Asoka El Grande, me enorgullece decir que Bruma viene de allí y colaboro con ellos cuando tengo la ocasión.

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