Cuando vemos sus fotos de pequeño siempre nos fascina cómo le ha cambiado la cara por el patrón de colores a lo largo de los meses. Al principio era todo negrito, con unas pequeñas cejitas que parecía que iban a ser engullidas en cualquier momento entre la negrura. Sin embargo, el marrón fue ganando terreno al negro, y lo curioso es que durante los veranos, al perder pelo, se volvía mucho más negro, así que cada invierno nos sorprendía volver a verle el morro casi entero marrón, este año más que nunca porque ha sido sometido a crudos frios madrileños.
Lo que sí que es innegable es que la edad no perdona y nuestro cachorro es ya todo un hombre serio y responsable, con una señora barba blanca de chucho que sí que nos esperábamos cuando lo recogimos de la calle y no sabíamos si acabaríamos con un mestizo de pinscher o de dobermann.
Son tantas las palabras que podíamos dedicar a Hugh, que por esta vez lo dejaremos en las imágenes de sus cambios. Algún día vendrá la exhibición de sus habilidades, y ya si que nadie podrá resistirse a caer rendid@ a sus patas ;)
Y, por supuesto, continuará...